Tras la Valla, me ha parecido un documental muy contundente y explícito.
Nos muestra la vida de las personas que, siempre buscando una vida mejor, dejan su país y, teniendo como objetivo llegar a Europa, se encuentran en Marruecos, como paso previo a nuestro continente, donde existe una gran valla que es muy difícil franquear.
La primera pregunta que me viene viendo este documental es: ¿soy yo racista? ¿Cuánto de racista soy? Quizá no como para agredir a otra persona porque sea diferente, por tener otro color, pero, ¿lo suficientemente racista, como para quedarme quieta?
El otro día en la televisión entrevistaron a un chico negro subsahariano que, hablando sobre la inmigración y el racismo, decía que no es suficiente con no ser racista, sino que además, debemos ser anti racistas, esto es, no permitir y también denunciar cualquier situación injusta que veamos y no mirar para otro lado, especialmente con personas desfavorecidas y con una situación especialmente difícil, como pueden ser las situaciones que viven las personas que abandonan a los suyos, su casa, su tierra, sus pertenencias, y que llegan a un lugar desconocido, con muy duras y difíciles condiciones para sobrevivir, que ellos mismos califican como el infierno. Donde pasan hambre, miedo, injusticias, incomprensión, vulneraciones de sus derechos...
Si bien, desde Europa los representantes políticos nos hablan de la falta de capacidad para recibir a todos los inmigrantes. También es cierto, que los países del Norte, vivimos con comodidades y lujos, porque hemos exprimido y seguimos exprimiendo los recursos naturales de países africanos. Hay que tomar conciencia de esto y ser consecuentes.
A nivel indicaciones, quizá todo esto se nos queda un poco grande, aunque también es posible pensar que todos, en la medida de lo posible, podemos hacer algo, por nosotros, por los demás, que mejore la vida de estas personas.
Francisca Pérez Pérez
Voluntaria ACPP
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